
La única comisaria que comienza a ser conocida sólo por el apellido (con permiso de Almunia) no se apea. Es más, parece que quiere pisar el acelerador. A la pregunta sobre las críticas del la cumbre se hace la luxemburguesa: «¿Qué críticas?». A la pregunta de si está tocada y estigmatizada para seguir ejerciendo su cargo, ya que sus iniciativas dependen siempre del beneplácito de los Gobiernos que ahora la critican, responde que se siente «reforzada».
Ya he escrito sobre las dudas que me suscita la pasión de la comisaria. Con Reding, uno no sabe nunca muy bien a qué atenerse, pero hay que reconcerle que le va la marcha y que es la única que está hablando de la situación de fondo de miles de gitanos en vez de lavarse las manos con expulsiones. Al fin y al cabo, quiere abrirle un juicio a Francia y el Tribunal de Justicia (con sede en Luxemburgo) no se deja impresionar por florituras.
Reding no rehuye la confrontación, sino que la utiliza en su favor. Ayer volvió a demostrarlo al convertir sus excusas de la semana pasada por mentar la Segunda Guerra Mundial en un reproche a Nicolas Sarkozy. «Si me atacan por la famosa comparación, será que no tienen muchos argumentos en el resto», debe de estar pensando la comisaria. No está claro quién va a ganar en la discusión de fondo, que comprende las consecuencias de una circular que ponía explícitamente en la diana a los gitanos, que incluye las expulsiones masivas, la vulneración de procedimientos judiciales… Pero en cuanto a la comparación, que tanto indignó a Sarkozy, Zapatero y los demás líderes, Reding tiene toda la razón.
Fue Albert Lebrun, el presidente de la tercera República francesa antes de la capitulación de Francia ante el nazismo, el que dictó en 1940 medidas para proteger a los franceses de bien contra los gitanos. Por otra parte, a nadie se le escapan las atrocidades de la propia Guerra Mundial. Tampoco a Reding, que no tuvo un calentón, como había dicho Barroso para restarle importancia, sino que ayer acabó reafirmándose.
“La Unión Europea está basada en valores”, recordó. «Hemos construído Europa en base a esos valores para que algunas cosas no ocurriesen de nuevo”, recordó. En definitiva, el presidente que tanto reivindica la Francia republicana y europeísta olvida que un presidente democrático como él es todo un precursor, o que miedos muy parecidos llevaron a líderes con destacado papel en la peor de las guerras del siglo XX a tomar medidas de especial dramatismo. Por si fuera poco, la actual estrategia podría estar poniendo en tela de juicio algunos de los sacrosantos valores que inspiraron el surgimiento de una red de instituciones internacionales de las cuales la UE es una de las más existosas.
Reding no sólo aguanta el tipo, sino que además se rearma. Veremos si la Comisión, donde no sólo decide ella, reabre finalmente el procedimiento la semana que viene. En todo caso, eso es otra historia. La de los argumentos y la de la alerta contra los abusos de poder de presidentes crecidos parece haberla ganado ya.
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